Caracas, junio 14 de 1812.
Mi amado general: esto no es vida: me dicen que ayer este gobierno ha mandado á Carabaño no salga de aquí. Este mismo asunto le manejaron en la Cámara ayer. Tuvimos un altercado escandaloso. Yo me enfadé y les dije mil verdades amarguísimas. Últimamente dije que no concurriría á semejantes manejos y me re¬tiré expresando mi voto y pidiendo se estampase por escrito; le reduje á que Carabaño debía obedecer lo que el generalísimo le mandaba. Sin embargo me dicen que acordaron lo mismo que el gobierno porque estaban to¬dos entendidos. Carabaño no ha hecho caso, y aunque no ha marchado, ha sido porque debiendo concurrir á la conferencia y sesiones sobre la misión de Delpech, en que estamos desde ayer, es preciso que deje concluído este negocio y que firme la resolución.
Pero mi general, prescindamos de todo. Los hom¬bres de juicio, que deseamos la quietud, la seguridad y sosiego general y particular no podemos ver con indiferencia, y sin gran susto el desorden, confusión y peligro en que nos hallamos. Yo que no quiero em¬pleos: que los detesto: y que el mayor bien que Vd. Puede hacerme es no pensar en mí para ocupar ningu¬no; deseo sin embargo mi concurrencia activa y pasiva al logro de la tranquilidad de mi Patria sin ser un em¬pleado público. Las circunstancias me han puesto en un estrecho de que quisiera salir con honor y utilidad común; pero es bastante difícil.
Quisiera, amigo y dueño mío, que tuviésemos un centro adonde dirigirnos con certeza y seguridad y esto no puede conseguirse sin saber quién, manda en jefe, ó sin hacerlo saber á quien lo ignore. Estamos en un choque peligrosísimo en que entran varios por un particular interés cubierto con la capa del común y favorecido del enredo, la impostura y la calumnia. Muchas son las autoridades que quieren sostenerse y si esto no se aclara pronto y decisivamente sin dejar cortapisas, la tempestad soltará rayos y centellas que destruirán indistintamente á hombres de bien y á picaros.
Suplico pues á Vd. Que mire nuestro estado con de¬tención: que reflexione sobre él: y que resuelva con la prudencia y eficacia que exige la ardua importancia del asunto, en el concepto de que los hombres de juicio y bien intencionados, sólo deseamos seguridad en nues¬tras personas y bienes y la tranquilidad de todos. Vea Vd., pues, de qué manera puede conseguirse esto sin errarlo, y cuente Vd. Conmigo, y con cuantos piensan aquí de este modo, que son muchos. Espero de Vd. Que tome en seria consideración esta materia: pues cada día crece nuestra miseria, como que parece que todo lo abandonamos á estas etiquetas, sin cuidar del pueblo, que sufre vejaciones con el rechazo del papel moneda y carencia casi absoluta de los víveres. Esto está en el último grado que conduce á la desesperación.
Dije en la Cámara que Carabaño era el gobernador propietario, pues sólo se le había nombrado un interino porque salía a campaña.
Es de Vd. Siempre:
M. J. Sanz.
Todos apetecemos, esto es, los hombres de juicio, que estas cosas se traten de buena fe: y que resulte se¬guridad general y particular. Sin esto no hay sociedad.