(Muy Reservada)
Caracas, junio 9 de 1812.
Mi amadísimo general: Difícil es penetrar el objeto de los que mandan y aun es aventurado el discurrir, especialmente en las circunstancias en que nos hallamos. No obstante, prescindiendo de interioridades, deben los verdaderos amigos exponer sus observaciones, porque sería una infidencia suprimirlas por el temor de errar en los motivos. Hecho este preámbulo trataré á Vd. De la separación de Carabaño del gobierno militar de esta ciudad, que se ha considerado, no por él, aunque se le ha zuzado bastante, que le es denigrativa.
Seguramente ha llamado la atención de todos porque realmente Carabaño no sólo se ha manifestado desde los principios, público apasionado de Vd. Sino que en estos últimos días tuvo en la Cámara debates muy empeñados para sostener las providencias, hasta llegar el caso de decir que él no consentiría que desairasen á Vd.
No debe pues Vd. Tener duda de su adhesión y en cuanto á su encargo es notorio que trabaja incesantemente y que despacha con voluntad, aplicación y decidida voluntad para que Vd. Quede bien, según entiendo, y siempre le he oído, empeñado en que Vd. Salve la patria.
Yo, sabiendo que los malintencionados aprovechaban esta ocasión para disgustarle, ó separarle de Vd. Me le acerqué, y le dije que yo sabía positivamente que Vd. Hacía de él el mayor aprecio, y que sin duda, mandarle á Ocumare, tendría algunos fundamentos que no podíamos adivinar: que creía que era una comisión de la mayor confianza, supuesto que se valía de él y que me hiciese favor de suspender el juicio. El me contestó que los militares debían prescindir de todo y obedecer y que sólo deseaba que Vd. Conociese que él amaba el sistema, y que estimaba á cuantos eran amigos y defendían la libertad de la patria. Sin embargo me dijo tenía que hacer á Vd. Algunas observaciones antes de entregar el mando.
Mi general, mi amigo, quisiera yo que este oficial no se disgustase, porque es bueno, y porque puede ser un buen amigo de Vd. En todo tiempo. Quisiera que si es preciso que deje el mando de esta ciudad y que pase á Ocumare, concibiese el que no era por degradación, ni por falta de la estimación y confianza que él ha queri¬do merecer á Vd.; y en fin quisiera que si ha tenido algún defecto leve, se lo disimulase Vd. Porque ha con¬tribuido mucho a sostener las virtudes de Vd. Y la ne¬cesidad de que mande con absoluta autoridad. Esto quiere y espera su amigo:
M. J. Sanz.
Todo mi objeto, concebirá Vd., es que Carabaño no quede desairado y que los enemigos no tengan oca-sión para sus calumnias.